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Apuntes sobre escritores radicales: María A A

Desde que en 2005 decidí apuntarme al exilio, y dejar mi participación en actividades colectivas (salvo las relacionadas con el pasado), he tenido tiempo y ocasión para dedicarme a proyectos ya iniciados pero aparcados en vía muerta. Uno de ellos es el libro "Apuntes sobre escritores radicales". Se trata de una selección de artículos dedicados a artistas muy diferentes, pero que tienen en común su afán de ir a las raíces, a lo profundo de las cosas. Estos artículos han sido seleccionados entre los que he publicado a lo largo de mi trayectoria como escritor, como solución para sacarlos del olvido de las hemerotecas y bibliotecas, y también porque los autores de que tratan no cuentan con una excesiva bibliografía. Para presentar estos artículos, decidí escribir unos apuntes o comentarios, mediante los cuales el lector tuviera un acceso más fácil a estas figuras. Al escribirlos, sin embargo, perdí el norte y terminé haciendo retratos -o re-trazos- desde mi óptica más personal y subjetiva. En unos casos me salieron caricaturas, en otros pasteles y también algún carboncillo realista. Cosas de la edad. Desde luego, se miren como se miren, son textos ilustrativos.
A partir de hoy, como un adelanto del libro, voy a publicar varios de estos "Apuntes", utilizando el orden alfabético de los autores a que se dedican.


APUNTE DE MARÍA AA

Ser un artista radical, requiere ir a las raíces, o lo que es lo mismo, desnudarse de lo accesorio, de lo que nos oculta y nos distorsiona. María A.A. es una artista radical en los dos sentidos: desciende a la raiz de la experiencia estética para recobrar su impulso colectivo y vivirla sin mediación; y se desnuda para convertir su carne en el cuerpo del arte.

Desde el año 2000, María es ciudadana de la República Independiente de Triana. Una elección que, en Sevilla, vale tanto como un programa. Porque la isla de Triana (que los postmodernos llaman “de la Cartuja”) es al mismo tiempo la representación de lo más tradicional y popular, junto con la apuesta por una Sevilla ultramoderna.

Aunque estudió Bellas Artes en Sevilla, consiguió superar el trauma que semejante experiencia supone, porque María tuvo en la escritura su primera pasión, y a través de ella su primera experiencia de lo estético. Durante años, como es norma, o más bien imposición del sistema, estuvo perdida en el mundo del arte tradicional, buscando la conexión entre sus experiencias estéticas de la escritura, y las productividades icónicas tradicionales.

Y un día, después de hacer borrón y cuenta nueva con lo que le habían enseñado, la encontró en el mundo del arte de acción. La performance entendida como una forma de escritura del todo el cuerpo, con todo el cuerpo, cuerpo a cuerpo, sobre el cuerpo, según el cuerpo y sobre todo la forma de vivir el cuerpo propio y los ajenos sin simbolismos impuestos ni lecturas trascendentes.
 
 
María AA realizando su performance "Alfombra roja" (León, 15 de octubre 2009)
María AA realizando su performance "Alfombra roja" (León, 15 de octubre 2009) Esta imagen ha sido tratada -censurada- para eliminar elementos que puedan chocar con las políticas de blogger.

 
Muchas cosas sorprenden de María, aunque todas terminan por tener una lógica impecable, a veces tranquilizadora, a menudo enriquecedora y siempre original. Esa lógica ella la aplica a todos los aspectos de su vida, de su obra y de su pensamiento, contra la lógica común, contra las costumbres, lo establecido y lo aceptado. Y los resultados siempre dan mucho que pensar. (los artistas tradicionales dan que hablar, pero los nuevos artistas, manejan ideas, y por eso dan que pensar.)

Lo mismo que tantos artistas vocacionales, María se centra en su propio mundo, en su universo estético y vital, y no trabaja para darlo a conocer. Lo cual, como en tantos otros artistas profundamente innovadores, es una verdadera desgracia para todos. Porque no se puede comprender a María si no se la conoce, si no somos capaces de andar a su paso, y ver cómo los poros de su piel transpiran un profundo sentido creativo. Entonces, en cuanto más la conocemos, más la comprendemos como artista y como persona (en ella no hay separación) y más la queremos como persona y como artista (sólo podemos quererla a las dos a la vez).


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