Ir al contenido principal

Sobre este blog

A lo largo de mis 65 años, he hecho varios intentos por mantener un diario, que se han quedado en eso, en intentos. Es muy posible que me falte -o me sobre- carácter para semejante actividad. Es decir para un discurso temporal y temporalizado, que se mueve entre la lírica de la subjetividad y el cotilleo banal y sin horizontes.

Pero bueno, como por lo que yo se, lo más parecido a una profesión que ha habido en mi vida es la de la escritura, aquí estoy intentándolo de nuevo.

¿Qué me mueve a hacerlo?.

En primer lugar la evidencia de que, dure lo que dure, un diario se transforma en un documento que no tiene comparación ni sustitución por otra vía. Lo escrito escrito está, y lo pensado o sólo vivido, desaparece en su práctica totalidad. Nadie constata estos hechos mejor que un escritor.

En segundo lugar, como decía, para bien o para mal, por mérito o sin él escribir es lo mío. (Rememorando a mi amigo Felipe Fernández Alonso, conocido por su pseudónimo Felipe Boso, "como si vivir no fuera lo mío"). Escribir es crear, pero sobre todo es vivir, aunque puede ser tan sólo una forma de vida postiza o inane, pero vida al fin.

En tercer lugar, una cuestión práctica. Desde hace varios años vivo en el campo, en mitad de las montañas de ningún sitio (o en el culo del mundo según la descripción de mi mujer), y en estas circunstancias, un diario puede ser un asidero al que agarrarse para ponerle límites al tiempo y al espacio.


Texto extraido del primer post del 19 de Octubre de 2009


Comentarios

También pueden interesarte: